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En cierto modo la sociedad, la sociedad occidental, solamente encuentra un camino corto y de fácil acceso para superar el dolor y el sufrimiento: el químico o mundo de las drogas. Si existe un adicto grave en la familia, ésta se resquebraja, rompiéndose los lazos habituales de concordia, convivencia y respeto entre unos y otros. Se protegen y culpabilizan entre unos y otros.
Unos buscan excusas a los comportamientos del drogadicto, otros son proclives a emplear la dureza para con el enfermo. Ninguno de estos comportamientos son buenos. El adicto se cierra en círculos concéntricos, los cuales son muy difíciles de romper para salirse de los mismos. Y es que entonces el adicto, que es un enfermo, ha de vivir el resto de sus pocos o muchos años de vida que le restan siempre bajo el signo de las drogas.
Sí tenemos que dar importancia al consumo de medicamentos en la familia...Sí tenemos que dar importancia al consumo de tabaco en el seno familiar...Sí tenemos que dar importancia al consumo de alcohol en el entorno familiar... Ver para creer. Por tanto, y esto se comprende, es una falacia (por idea falsa) el tratar de crear un distinción entre drogas duras y blandas, legales e ilegales, etc. Idea falsa fomentada entre sectores sociales interesados en que las drogas se propaguen y distribuyan incluso gratis, aludiendo que el principio de libertad, el más grande que existe entre los seres humanos, está por encima de otros...como son el de la salud.
El uso y abuso de los tóxicos ha sido utilizado y está demostrado hace miles de años por ciertas religiones, sectas medicinas y distintos poderes establecidos por las personas, para obtener estados de predisposición hacia los mensajes o teorías que predican los “súper-hombres” o “líderes”, y así conseguir el mayor número de prosélitos.
El hombre nació libre, es libre y creador–descubridor diría yo, y no debe someter su voluntad e inteligencia a los estupefacientes–drogas para que éstos le produzcan fiesta, concentración y descanso, todo de manera artificial.
El cuerpo humano tiene en su interior más de 400 productos químicos que son capaces de dar alegría, tristeza, sueño, amor, odio..., pero de forma natural. Todo servido por nuestro propio intelecto.
Nuestra civilización actual, si así podemos llamarla, sufre como consecuencia de plantas cuyas respectivas virtudes fueron explotadas por todas las culturas. Hasta hace décadas, nadie se preocupaba de regular su siembra y recolección, mientras que ahora el hecho del cultivo de sustancias tóxicas cobra dimensiones de catástrofe planetaria: capitalistas, socialistas, comunistas, cristianos, mahometanos, etc., se unen en una cruzada común por la salud mental y moral de la humanidad.
Tenemos que preguntarnos ciertamente: ¿quién sale beneficiado con la ilegalidad de ciertas sustancias? Con evidencia podemos responder: los toxicómanos enfermos: no.
El dinero es el “gran ganador” y el causante del consumo de drogas. Él es anónimo, uniforme y permanente; creo haber leído que está en funcionamiento hace más de 4500 años en intercambio mercantiles. Esto es triste, pero es la pura realidad. ¡Poderoso caballero es don dinero!, que reza nuestro refranero español. Acabamos de hablar de “Las drogas ilegales”.
La idiosincrasia de cada país es distinta: Madrid no es París ni Nueva York. Quizás, lo que es bueno para Holanda no lo sea para España. ¿Aceptaría la sociedad española la legalidad de “ciertas” sustancias tóxicas? Estoy hablando del Cannabis, por decir algo. Creo que son los médicos, legalistas, moralistas..., quienes, en resumidas cuentas, tienen la última palabra.
No podemos olvidar ni por un momento que, aunque no lo expresemos tácitamente, nuestros buenos amigos el alcohol y el tabaco son auténticas drogas en nuestro siglo XXI, acabado de empezar. Y es que los cigarrillos que se venden para consumir son auténtica basura para nuestros organismos (dicho sea de paso, que, el 95% de lo que se fuma, sin lugar a dudas, son sustancias nocivas para el cuerpo humano: no solamente a largo plazo, sino a corto).
Una vez que la nicotina penetra en nuestros pulmones nunca jamás sale. Y es más: todos tenemos conocimiento de que fumar cigarrillos su nicotina y otros componentes químicos–, son los responsables de la muerte súbita infantil niños y niñas, si sus madres consumen cigarrillos durante el embarazo.
Del alcohol podemos decir otro tanto, y posiblemente más grave, dado que jóvenes niñas y niños comprendidos entre los 10 y 12 años en adelante, con poder adquisitivo suficiente, durante todos los fines de semana consumen alcohol la cantidad suficiente para que, incluso alguno de ellos, pierdan sus conciencias...
Claro está, causando los correspondientes disgustos a padre y familiares cuando son llamados a hospitales y ambulatorios donde han sido atendidos como consecuencia de su estado de embriaguez. ¡Triste desconsuelo!, porque uno es también es padre y... Hemos terminado de hablar de “las drogas legales”. Y sabido es que el alcohol y el tabaco, sin duda, son auténticas drogas, y también ellos matan.
Bien es sabido que fumar durante el embarazo es perjudicial para el feto que habita en el vientre de las madres –nuestras hijas de Eva–. Y aquí podemos incluir el síndrome de muerte súbita infantil, asociado a los múltiples factores que se asocian a esta última, y en cuyo principal causante debemos incluir a la nicotina.
La Coruña, 2 de junio de 2008
© Mariano Cabrero Bárcena escritor